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Ver las 1001 películas del libro "1001 películas que debes ver antes de morir" y hacer un pequeño post sobre cada una. Puedes seguir mis progresos en esta lista

#924. Titanic (1997)


Ficha técnica: IMDB Wikipedia  Filmaffinity
Vistas: 55
Restantes: 946
Vista en: 14/15 de Abril de 2012.
Lugar: Cinema 2000 (Granada).




"Jack! This is where we first met/
¡Jack! ¡Aquí fue donde nos conocimos!"


Hoy se cumplen exactamente 100 años del hundimiento más famoso de la Historia. Sin duda, parte de esta fama se debe a las más de 1.500 personas que perdieron la vida en él (lo que lo convierte en el peor desastre naval en tiempo de paz). Sin embargo, mucha de esa fascinación que rodea a la historia del hundimiento (la velocidad excesiva, los escasos botes salvavidas, la radio desconectada, etc.) está imbuida de ciertos tintes morales, casi de castigo bíblico (hay mucho de Babel en ella) que siempre la hacen atractiva al público en general.

Así lo debió pensar James Cameron cuando les propuso hacer la película más cara hasta la fecha a los directivos de la Fox. Estos no las tenían todas consigo. ¿El director de Terminator y Aliens quiere 200 millones de dólares para hacer "Romeo y Julieta" en un barco? Pero no era un barco, era El Titanic y James Cameron no quería hacer una película del Titanic sino La película del Titanic. Quería que los espectadores sintieran en sus carnes la magnitud del desastre y toda su injusticia. Y no cabe duda que lo consiguió. Hoy día, nadie sabe que hubo hasta 14 películas del hundimiento anteriores a ésta y otras 8 desde su estreno (incluido un Titanic II que es mejor no recordar). Todo eso da igual, la película de James Cameron es la que siempre estará asociada con el fatídico crucero en la mente de todo el mundo.

Y esta asociación no se debe a que la peli haga un relato pormenorizado de los hechos históricos relativos al naufragio; sino porque supo capar la mística del Titanic. Ese cuento moral al que aludía al principio se mezcla perfectamente con un drama clásico de un amor imposible, condenado desde el principio, con unos personajes arquetípicos: el malo malísimo, el chico bohemio con el corazón de oro y la chica dividida entre su corazón y el deber. Sí, es Romeo y Julieta otra vez, pero los romances imposibles siempre funcionan.

Y una gran parte de esto se debe a las actuaciones de unos jovencísimos Leonardo DiCaprio y Kate Winslet cuya inexperiencia se suple con la naturalidad de sus reacciones, como ese nerviosismo palpable en las escenas románticas. Son dos jóvenes descubriendo el amor pero sobre todo son dos actores aprendiendo el oficio.

Ese romance tan bien trabajado durante la primera parte del film le confiere un dramatismo excepcional al momento del hundimiento en sí. Esas dos horas narradas casi a tiempo real donde el agobio va en aumento a medida que sube el agua en el barco. Las escenas de la gente agolpándose en los botes o tirándose por la borda. La banda tocando incansable hasta el final. Los dos enamorados aguantando juntos hasta el último momento. Todas las escenas tienen tintes épicos y el espectador vive cada momento a través de los ojos de Rose y Jack. No es una película de desastres donde gran cantidad de gente anónima muere sin que el público derrame una lágrima. Son dos jóvenes que están empezando a vivir; que durante tres horas los hemos visto enamorarse, sufrir, reír y, sobre todo, luchar por seguir juntos. Una lucha sin esperanza, condenada por fuerzas más allá de su control. Es esa desesperanza la que le da al público la medida real de la terrible injusticia del suceso. Más de 1.500 vidas terminadas demasiado pronto, más de 1.500 historias como la de Jack y Rose acabadas para siempre. Hay y habrá películas más fieles sobre el naufragio pero ninguna contendrá tantas emociones ni sabrá transmitir la magnitud de la tragedia como la 1997.  

La película acabó siendo la más taquillera de la historia durante mucho tiempo. Incluso ayer cuando fui a ver la nueva versión en 3D pude comprobar cómo mucha gente joven se sigue sintiendo atraída por esta historia intemporal. Y es que, por muy duro que se sea, es imposible no sentirse conmovido por ese amor inquebrantable, irredento y completamente inolvidable.

 
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