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Ver las 1001 películas del libro "1001 películas que debes ver antes de morir" y hacer un pequeño post sobre cada una. Puedes seguir mis progresos en esta lista

#2. Asalto y robo de un tren / The Great Train Robbery (1903)


Ficha técnica: IMDB Wikipedia  Filmaffinity
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Vista en: 2008.
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Este artículo forma parte de una serie de monográficos sobre los Orígenes del Cine. Pueden ver la primera parte en este enlace.

Orígenes II: Nacimiento del Cine Americano

Como ya dijimos anteriormente, la invención del cinematógrafo fue una labor muy compleja que no puede ser atribuida a un solo individuo. Los hermanos Lumière son considerados los padres del cine en la mayor parte de Europa pero si le preguntamos a alguien del otro lado del charco sin duda nos dirá que el cine lo inventó Edison.

El mago de Melo Park
Sin embargo Thomas Alva Edison, conocido como el mago de Menlo Park, rara vez inventó algo en solitario a no ser que fuera el I+D industrial. Edison tenía en nómina a nutrido grupo de investigadores de todas las áreas científicas conocidas. El trabajo del mago consistía pues en orientar las investigaciones, organizar grupos de desarrollo y explotar comercialmente los avances que sus trabajadores obtuvieran. En el caso del desarrollo del cinematógrafo, Thomas le asignó la tarea a William K. L. Dickson, un joven fotógrafo.

William K. L. Dickson
Dickson creó un aparato de grabación llamado Kinetógrafo que utilizaba un motor para arrastrar una película fotográfica de 35mm (que tiempo después se convertiría en el estándar de la industria).Pero lo más curioso desde el punto de vista actual era el aparato de proyección. Edison creía que la proyección de películas de forma individual sería mucho más rentable que la proyección en grupo. Así, Dickson desarrolló el Kinetoscopio , básicamente una caja con una película enrollada de forma cíclica con una mirilla individual. La máquina operaba con monedas y llegó a ser bastante popular en las ferias.

El extraño Kinetoscopio

En 1983, con el propósito de producir películas para su aparato, Edison construye el primer estudio cinematográfico del mundo. Se trataba de una barraca pintada de negro con un techo retráctil y montada sobre un eje sobre el que giraba para aprovechar la luz solar según el momento del día. El estudio recibió el sobrenombre de “Black Maria”. Las películas filmadas allí eran principalmente actos de vodevil: bailarinas, acróbatas, contorsionistas, e incluso, combates de boxeo. Todas ellas apenas duraban unos segundos a unos 25 centavos cada una (por si pensabas que lo del cine caro es algo de ahora).

La Black Maria

Pero todo cambió en 1986. Ese año uno de los operadores que habían enviado los Lumière a recoger tomas por el mundo y esparcir la “palabra fílmica”, llegó a los Estados Unidos. Felix Mesguich, que así se llamaba, mostró las maravillas del cinematógrafo francés a salas repletas de ansiosos espectadores. Las proyecciones en sala tuvieron un éxito atronador y convirtieron a Edison a la cultura de masas. Rápidamente, ordenó a su equipo que desarrollaran su propio proyector.  Los desacuerdos entre Dickson y su jefe durante este periodo llevaron al primero a abandonar la compañía y fundar su propia empresa cinematográfica, la Biograph. Por otra parte un emigrante inglés y un proyeccionista de barraca fundaron la Vitagraph.

Estas tres compañías se hicieron rápidamente con el mercado y en un año consiguieron expulsar a los operadores de los Lumière del país. Lo que le dejó total libertad para piratear impunemente las películas francesas. Respecto a los temas, las cintas americanas echaron mano a los mismos tópicos que ya vimos en el caso francés: documentales de la vida cotidiana, reconstrucciones históricas y religiosas, etc.

Uno de los géneros que más desarrollo tuvo en esto primeros tiempos fue el de la propaganda política. La Guerra Hispano-Americana (que nosotros conocemos como La Guerra de Cuba) acababa de estallar y rápidamente las recreaciones bélicas empezaron a surgir como las setas. Por supuesto nadie las reconocía como tales sino que se afirmaba que todas las escenas se habían grabado en plena acción. Se cuenta que una de las películas que recreaba la Batalla de Santiago en una bañera fue adquirida por el gobierno español como “documento histórico”.


Pero, sin duda, el género que más atrajo la atención del público fue el, quizás el más inherente a la condición humana.  William Heise, uno de los trabajadores de Edison, filmó un beso que formaba parte de una obra de teatro. La escena de apenas 40 segundos de duración causó un gran escándalo y fue tachado hasta de “bestial” por la prensa contemporánea. En muchos casos se recurrió a la policía para ejercer unos de los más tempraneros ejercicios de censura. Todo ello no impidió, claro está, que la gente abarrotara las salas ávidos de ver hasta qué punto podía llegar la indecencia cinematográfica. El erotismo en el cine se convertiría rápidamente en una floreciente industria.


El negocio del cine se desarrolló rápidamente y numerosas compañías y pequeños proyeccionistas surgieron por todo el país. Pero el hecho de que Edison se apropiara continuamente del trabajo de otros, no significaba que fuera a permitir que otros disfrutaran de “su invento”. El mago de Menlo Park inició una guerra judicial desproporcionada contra todo aquel que estuviera proyectando o rodando películas sin su consentimiento. Echando mano de legiones de abogados y brigadas policiales, clausuró y confiscó todo tipo de salas y aparatos. Los pequeños proyeccionistas quebraron llevando a familias enteras a la ruina. Muchos tuvieron que emigrar para eludir el asedio. Los que se quedaron proyectaban películas protegidos por grupos de pistoleros. En uno de los episodios más rocambolescos, técnicos de la Biograph y de la Vitagraph se liaron en una improvisada batalla campal por hacerse con la mejor posición para filmar un combate de boxeo (el término “derechos de emisión” todavía no estaba implantado). La guerra terminó en 1908 con la creación de la “Motion Picture Patents Company”, un trust formado por la Biograph, la Vitagraph, Edison, las francesas Star (Méliès) y Pathé y otras más pequeñas. El trust, radicado en Nueva Jersey, acabaría echando a los pequeños productores de la Costa Este y provocando indirectamente el surgimiento de Hollywood.

La Motion Picture Patents Company


Y sin embargo, el cine creció


El señor Porter
Pero volviendo al plano artístico, el hombre que más desarrolló el cine americano en esta época fue Edwin S. Porter. Este ex-marino naval era el principal desarrollador de películas de Edison. Porter aprendió mucho a base de copiar las obras europeas. Entendió el funcionamiento de los efectos especiales de Méliès, el montaje y, en general, como usar el cinematógrafo para contar una historia. Con todos esos elementos técnicos, Porter se embarcó en ambiciosos proyectos, nunca intentados hasta ese momento.

En Life of an American Fireman usó diversas escenas de archivo sobre el trabajo de distintos cuerpos de bomberos del país para narrar el salvamento de una mujer y su hija de un edificio en llamas. Aspectos notables de este film son la utilización del “recorte” para representar el sueño del primer bombero y el primer plano funcional de la alarma.


Todos esos elementos confluyen con mayor dramatismo en la que es, sin lugar a dudas, su obra más famosa y que es la segunda entrada en la lista, Asalto y robo de un tren (The Great Train Robbery). Con unos asombrosos (para la época) 10 minutos de duración, la cinta narra el asalto a un tren por parte de unos forajidos. Se trata de la primera película del Oeste y se compone de 14 escenas con varios cambios de escenario. La película es notable por ser un primer ejemplo de montaje alterno (la acción se alterna entre dos escenas que transcurren al mismo tiempo), el uso de un primer plano dramático (la última escena donde el bandido dispara a la cámara y que debió de provocar más de un sobresalto a algún espectador) y el uso de la profundidad en la persecución a caballo. Además aunque la mayor parte de las escenas están rodadas con cámara fija (en plan teatro filmado) hay algún intento de movimiento como cuando la cámara se mueve por el bosque para descubrirnos los caballos.


Pero quizás lo más relevante de la película es que no se trata ya de encender la cámara y esperar a que algo ocurra (como las escenas naturales de los Lumière) o de utilizarla sólo para hacer trucos de magia (como Méliès); aquí hay ya una voluntad de desarrollar una historia, de utilizar el cine como herramienta para contar algo y no como un fin en sí mísmo.

La película fue un gran éxito y provocó una avalancha de imitaciones e incluso el propio Porter se auto-parodió rodando una versión de la misma con niños en The Little train robbery.

Extras


Fuentes

- Historia del Cine. Román Gubern. Editorial Lumen. 2003

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