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Ver las 1001 películas del libro "1001 películas que debes ver antes de morir" y hacer un pequeño post sobre cada una. Puedes seguir mis progresos en esta lista

#11. Las dos huérfanas / Orphans of the storm (1921)


Ficha técnica: IMDB Wikipedia  Filmaffinity
Vistas: 71
Restantes: 930
Vista en: 2008.
Lugar: En casa.


Este artículo forma parte de una serie de monográficos sobre los Orígenes del Cine. Pueden ver la primera parte en este enlace y la anterior en este otro.

Orígenes VIII: El declive de un pionero
Griffith V: Los últimos años

En contraste con su gran habilidad artítistica, Griffith tenía un ojo nefasto para los negocios. Una y otra vez tomaba decisiones erróneas que le conducían a reunir unas deudas cada vez mayores. Esto explica que tras el éxito absoluto de Las dos tormentas (Way Down East, 1920) el director se encontrara en una situación económica muy apurada.

Buscando asegurar el tiro con su siguiente película, compró los derechos de dos relatos cortos, uno de ellos de Thomas Burke, autor del cuento que inspiró Lirios Rotos (Broken Blosom, 1919). Así pues, el nuevo film, La calle de los sueños (Dream Street, 1920) es un drama urbano que intenta repetir el éxito de aquella. La historia gira alrededor de dos hermanos artistas enamorados de una bailarina. Fiel a su estilo coral, Griffith además narra las vidas de diversos personajes que viven en la misma calle de los bajos fondos.

La calle de los sueños

Lo más notable de la película fue el uso de un sistema de sincronización sonora en el prólogo, donde aparecía el propio Griffith presentando la obra. El sistema no debió de funcionar muy bien porque no se volvió a usar. Claro que también pudo influir el hecho de que el film fue un completo fracaso. Entre las críticas más comunes a la película estaban la falta de ritmo y la excesiva atención a los detalles contemplativos.

Dispuesto a recuperar el favor del público con una historia que les interesara, Griffith compra a continuación los derechos de la pieza teatral francesa "Les Deux Orphalines" de Adolphe d'Ennery y Eugène Cormon. Esta obra cuenta la historia de dos huérfanas que viajan a París para buscar  una cura a la ceguera de una de ellas. Una vez allí, las dos chicas son separadas y ambas pasan por grandes vicisitudes antes de poder volver a encontrarse. La obra se había estrenado en los teatros americanos con una gran acogida entre el público y además ya había sido adaptada al cine en varias ocasiones con cierto éxito. Fue esto pues lo que atrajo principalmente la atención de Griffith.

La siniestra guillotina

No obstante, fiel a su interés por narrar melodramas sobre un trasfondo histórico, el director trasladó la acción de la obra ni más ni menos que a la Revolución Francesa. Así las probres huefanitas no sólo tenían ya que lidiar con aristócratas lujuriosos y pérfidas pedigüeñas sino también esquivar a las masas exhaltadas y eludir la guillotina. Conforme a su estilo moralizador, Griffith no desaprovecha la ocasión para denunciar cada vez que puede los peligros del comunismo y la justicia ejercida por las turbas enardecidas (todo muy irónico viniendo del autor de uno de los mayores tributos al Ku Klux Klan).

Las dos huérfanas

El protagonismo de la película recayó sobre las dos hermanas Gish con Dorothy haciendo de ciega, dejando el otro papel para Lillian. Ésta, de nuevo, vuelve a demostrar que su arte se encontraba a años luz de sus contemporáneos y es el mayor foco de atención. Vista desde ahora las escenas en las que ella no está involucrada pierden mucho interés. Por otro lado Dorothy, que no era una magnífica actriz de comedias, se que queda un poco desdibujada al tener que interpretar un papel tan dramático.

La aristocracia francesa

Con el habitual derroche de medios del director, Las dos huérfanas (Orphans of the storm, 1921) se recrea en los majestuosos palacios franceses y las espetaculares escenas de batalla que habían hecho famoso a Griffith. Como también lo había hecho su maestría con el montaje, culminado, como no, con el tradicional rescate de último minuto, uno de las emocionantes de su carrera. Pero además el padre del cine sabe como provocar al público haciéndo que las dos huérfanas pasen una junta otra pero sin llegar a reunirse.


La película fue un gran éxito pero de nuevo la desastrosa habilidad de Griffith como productor jugó en su contra. Para empezar el coste de la película le había obligado a incrementar todavía más las deudas que arrastraba y para rematar mientras estaba terminando el rodaje, William Fox (haciendo honor a su apellido) se le adelantó y aseguró los derechos de la obra de teatro en el extranjero, paralizando legalmente la exhibición de la película en Londres. Desbloquear los derechos le costó a nuestro director nada menos que $85.000 (un pastizal de entonces), un dinero que obviamente no tenía y que nuevamente pasó a engrosar el montante de sus deudas.

A partir de Las dos huérfanas, Griffith entraría en caída libre. Las dificultades cada vez mayores de encontrar financiación hicieron que el ritmo de producción (de unos 3 films por años en el periodo 1918-1921) decayera a apenas una obra cada año y medio. Para añadir más sal en la herida, Lillian Gish firmó un contrato exclusivo con MGM en 1923 abandonando al director que la había descubierto y encumbrado. A partir de entonces tuvo que recurrir a Carol Dempster, un talento menor y poco aprovechado.

Lillian Gish

Aparte de los problemas enconómicos y laborales, las obras de Griffith arrastra un nuevo problema: se están quedando desfasadas. Su ensalzamiento de la moral victoriana y las mujeres inocentes y virginales no encuentran un sitio ya en "los locos años 20", un época de liberación sexual y social. Las estrellas de cine que triunfan en ese momento son iconos sexuales independientes como Theda Bara. Son los primeros años de la femme fatale.

Con este panorama, sus dos siguiente películas Una noche misteriosa (One Exciting Night, 1922), un drama con la sabana africana de fondo, y La flor que renace (The White Rose, 1923), un intento de reeditar los éxitos de sus dramas rurales anteriores, resultan terriblemente desfasados. El público se resentía de unos carteles profundamente moralizadores que poco menos que los criminalizaba por entregarse al tipo de vida desenfrenada propio de esos años.

Buscando reverdecer viejos laureles, Griffith emprende una nueva superproducción al más puro estilo de El nacimiento de una Nación. América  (America, 1923) narra en clave épica la Guerra de la Independencia americana. El planteamiento es muy similar a la de 1915, dos familias enfrentadas y los hijos de éstas que se enamoran entre ellos. De nuevo se recurrió a legiones de extras, enormes decorados e incluso regimientos de soldados. Mención aparte mereceel escrupuloso trabajo de vestuario para el que se pidió consejo a las sociedades de reconstrucciones históricas del país.


Todo este esfuerzo , sin embargo, no se vio recompensado, porque, aunque tuvo una buena acogida inicialmente, los críticas negativas acabaron por lastrar la película que se hundió sin remedio. Esto seuneá además a la pésima gestión de la producción que elevó innecesariamente el coste del film. Se cuenta que durante gran parte del rodaje había numerosos extras sin hacer nada, hubo costosos decorados que no se llegaron a usar, sefilmaron mucha más película de la necesaria, etc. El desastre llevóa la ruina a la productora DW Griffith Inc. y el director se vio obligado a venderla.

Con una deuda astronómica, Griffith firma un contrato con Adolph Zukor de la Paramount para filmar Una serie de películas en los estudios Astoria de Long Island. La mas destacable de ellas sería La aurora de la dicha (Isn't life wonderful?, 1924), un melodrama que denunciaba la situación de miseria en la que se encontraba Alemania tras la guerra. En hay muchas ecenas notables como en la que a protagonista,  Carol Dempster,  se encuentra en la cola del pan y observa impotente cómo el precio va subiendo conforme la cola avanza hasta que se vuelve prohibitivo para ella. Esta escena inspiraría a muchos cineastas rusos. Sin embargo la película era obviamente inoportuna para los tiempos de jolgorio que se vivian en América.

La aurora de la dicha

Sus siguientes películas tampoco tuvieron mejor suerte. Sally, la hija del circo (Sally of the sawdust, 1925), una comedia sobre el mundo del circo, Esa muchacha Royle (That Royle Girl, 1926), un film de misterio y juicios, y Las tristezas de Satán (The sorrows of Satan, 1926), una versión de Fausto que se volvió a ir de madre y acabó arruinando al estudio.


Resuelto su contrato con Paramount,  firmó otro con la United Artists. Sus nuevas películas tampoco triunfaron aunque cubrieron gastos. Su mayor victoria (Drums of Love, 1928) en drama romántico ambientado en la Sudamérica del siglo XIX; La batalla de los sexos (The bsttle of the sexes, 1928), un remake de una vieja película suya, y La melodía del amor (Lady of the Pavements, 1929), un drama de intrigas amorosa ambientado en el París decimonónico. En ellas de nuevo destacan los decorados y la fidelidad histórica.

Su penúltima película,  ya completamente sonora, fue Abraham Lincoln (Abraham Lincoln, 1930). Se trata de otra obra épica de muy notable factura en la que destacan el uso artístico del sonido (o ausencia de él en ciertos momentos), muy avanzado para la época y la actuación de Walter Houston como el presidente americano. El film apenas duró una semana en cartel.

Walter Houston como Abraham Lincoln

De nuevo financiádola por su cuenta, Griffith rueda su última película La lucha (The struggle, 1931), un drama sobre el alcoholismo. Una drama que le era desgraciadamente muy personal pero que en la América de la Gran Depresión no era lo que el plúblico demandaba. Arruinado, Griffith se pasa los siguientes años buscando financiación para proyectos que nuenca se concretan. 

Finalmente, olvidado por el medio que él ayudó a crear se pasa sus últimos años viviendo en habitaciones de hoteles sin apenas ver a nadie y refugiándose en la bebida hasta que fallece en 1948. A su funeral, o al posterior homenaje, fueron sólo unas pocas personalidades del mundo del cine: Charles Chaplin, Mark Sennet, Cecil B. DeMille, William Hays, Louis B. Mayer, Mary Pickford, Richard Barthelmess y, como no, Lillian Gish.  Todos ellos habían empezado trabajando bajo la dirección del padre del cine. Pero hubo muchos otros que se olvidaron de su deuda con él: Raoul Walsh, Victor FlemingJohn Ford, Van Dyke, y en genral todos los que alguna vez se dedicaron al cine. Como dijo alguien: "cualquier tratado sobre el arte cinematográfico debería empezar con Griffith". El fue el principio de todo, no se merecía ese final.

Fuentes



- Historia del Cine. Román Gubern. Editorial Lumen. 2003
- Historial General del Cine. Volumen II. EE.UU. (1908-1915). Editorial Cátedra. Signo e Imagen
- David Wack Griffith. José Javier Marzal. Editorial Cátedra. Signo e Imagen.
www.allmovie.com
www.filmsite.org

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